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BENEFICIOS DE LA ESGRIMA
Con la Esgrima se incrementan la rapidez, la destreza y la fuerza y se educan las cualidades psíquicas más importantes: la voluntad, el autocontrol, la iniciativa, la seguridad y la inteligencia.
Esto permite situarla como un deporte valiosísimo para la formación de hábitos y cualidades necesarias en la actividad multifacética del individuo.
Los entrenamientos y competencias regulares de Esgrima educan y desarrollan la capacidad de valorar rápidamente, las posibilidades técnicas y tácticas de los contrarios: el aumento de la agudeza, la exactitud y rapidez de las percepciones visuales y de las reacciones motrices. Una sensibilidad aguda y una resistencia general y específica para rebasar las grandes y prolongadas tensiones físicas y psicológicas.
Investigaciones especiales realizadas en los institutos docente y científico experimentales de cultura física, pusieron en evidencia la estrecha relación de la Esgrima con los distintos sistemas del organismo, fundamentalmente con el sistema nervioso central.
Estas investigaciones demostraron que los ejercicios sistemáticos de la Esgrima, influyen positivamente en el aumento de la movilidad de los procesos nerviosos fundamentales. La habilidad del sistema nervioso central en el mejoramiento de las reacciones, en la rapidez de reaccionar y orientarse, en la rapidez de la formación de reflejos condicionados y de otros procesos.
Los esgrimistas manifiestan en estas investigaciones mejores indicadores que en la mayoría de los deportes restantes. Los jóvenes imponen la rapidez, la habilidad, la inteligencia y la iniciativa, por lo que la Esgrima conquista cada día más popularidad y atrae hacia esta disciplina una significativa cantidad de personas que la practican.
Su significado educacional descansa ante todo en el carácter específico de este deporte y en la necesidad del desarrollo de una importantísima serie de cualidades morales y volitivas.
La asimilación de los hábitos técnicos demanda atención, inteligencia, concentración, habilidad y exactitud. Las reglas competitivas plantean mayores exigencias para cada movimiento y obligan al esgrimista a conducirse rigurosamente, porque cualquier desviación insignificante de la técnica puede traer consigo la derrota.
En el esgrimista es necesario educar la capacidad de superar las dificultades que de continuo aparecen en el entrenamiento, fundamentalmente en los fuertes combates con competidores iguales e incluso aún más fuertes.
La formación correcta para el combate y de conducta en la competición, tiene un significado importante que deja huella de exigencia y control en todo el proceso de entrenamiento. La necesidad de una valoración atenta de la conducta y la acción de los distintos contrarios desarrolla el espíritu de observación y la agudeza. En el combate se demuestra que él más fuerte es aquel que sabe llevar la iniciativa, actuar rápido y seguro y además, reaccionar correctamente ante las constantes y cambiantes situaciones.
Es necesario saber valorar objetivamente los éxitos y los fracasos, no presumir de los triunfos alcanzados, ni decepcionarse con las derrotas sufridas sacando siempre en uno u otro caso, nuevas aspiraciones de perfeccionamiento. Para esto es necesario ser perseverante, organizado, insistente y firme en alcanzar la meta.
La Esgrima no demanda dotes físicos especiales para el comienzo de las clases (fuerza, talla alta, etc.), lo cual explica su adsequibilidad. A ella puede dedicarse cualquier persona que lo desee y que tenga un estado normal de salud. Su estudio puede comenzarse desde una edad temprana y continuar su práctica hasta una edad avanzada, conservándose una buena capacidad de trabajo y en una serie de casos, buenos resultados deportivos. Un buen pensamiento técnico-táctico, una elevada experiencia con una técnica estable en el dominio del arma permite prolongar por mucho tiempo la vida deportiva activa.
Dr. José Antonio Díaz Rey
Dr. en Ciencias Pedagógicas. Treinta años de experiencia. Miembro del Equipo Nacional de Esgrima entre los años 1961-1969. Campeón de Cuba en Espada del 1961 al 1964. Campeón Centroamericano en Puerto Rico en el año 1966. Jefe del Área de Espada de los Equipos Nacionales y Juveniles de 1973-1975. Obras: "Fundamentos pedagógicos y fisiológicos del entrenamiento de los esgrimistas" y diversas publicaciones.